Hace unos días terminé con otra lectura. Ciertamente comienza a preocuparme un instinto voraz por leer a Chesterton. Pero creo que es algo natural. Su escritura es fluida, sus ejemplos llenos de luz, sus paradojas son brutales y extrañamente precisas. Y si así escribió este hombre, no quiero imaginarme como hablaba. No querría haber sido alguno de esos escépticos con los que tanto confrontaba. O tal vez sí, hablando ahora en un sentido mistérico. Tal vez sí. Lo cierto es que mi paso por "El hombre eterno" me dejó más lleno de preguntas que de respuestas. No por falencia de Gilbert, sino por sobreabundancia de su inteligencia y por sobreabundancia de la materia.
Aún no entiendo cómo puede haber algunos inentendidos que le critiquen la falta de "formalidad" y hasta de "ignorancia" en sus escritos por no poner citas y por no ser "rigurosamente metódico". Y lo terrible es que es cierto, excepto lo de "ignorante". Excepto eso, todo lo otro es cierto. Es desfachatado para escribir, y en eso consiste su método. Su desfachatez le permite dar una luz oblicua y transversal que los "métodos rigurosos" y "formales" jamás podrán derramar. Sus paradojas le permiten ser tan heterodoxo en los tratados como agudo y punzante. Y esa es su virtud. Puede ser tan carente de rigor como quiera, no fue un cientificista ni un filósofo tratadista. Fue un hombre con un brutal, penetrante y hasta imperioso sentido común. Y el mejor vehículo del sentido común es la imagen. Y las imágenes de Chesterton se caracterizan no sólo por dar la unidad de lo múltiple, es decir, por contar toda una historia familiar en una foto, sino porque también es capaz de mostrar finos matices en esas mismas imágenes.
De esas numerosas páginas, me guardo principalmente este fragmento:
Este fragmento es producto de su sentido común. Es más, es producto de su sentido común impregnado y elevado por la Gracia. Y eso no es poca cosa. No señor. De la "Ortodoxia" al "Hombre eterno" hay Gracia de diferencia. Con todo lo que eso significa. Y en su sentido común fué católico. Y una vez católico, elevó su sentido común. Y en ambos sentidos el sentido común es alma del catolicismo: en el subsiste, y a él lo eleva. Y en él es cordura en un mundo loco."Reconozco de buen grado que es en sí mismo una sugestión capaz de hacer vacilar hasta al mismo creyente, cuando éste se da cuenta de la magnitud de su propia creencia. Pero la inteligencia del verdadero creyente no vacila. La que vacila es la de los infieles. Todos los días vemos cómo vacilan entre un cúmulo de éticas y psicologías extravagantes. Sumidos en el pesimismo, que es la negación de la vida, en el pragmatismo, que es la negación de la lógica. Buscando en los sueños indicios, pronósticos y presagios, y buscando cánones, en un laberinto de contradicciones. Estremeciéndose de terror, a la vista del más allá, o sugiriendo la posibilidad de absurdas estrellas en donde dos y dos sean cinco.Entre tanto, este caso sin par, que parece al principio tan extraño, sigue siendo firme y razonable en sustancia. Es la fuerza moderadora de todo ese frenesí la que rescata la razón de los pragmatistas y la risa de los puritanos. Repito que he acentuado, deliberadamente, su carácter intrínsecamente retador y dogmático. El misterio es cómo algo tan sorprendente puede seguir siendo tan firme y dogmático y se ha convertido en algo tan normal.Ya he admitido que, considerando el hecho en sí mismo, un hombre que dice que es Dios, puede ser considerado lo mismo que otro hombre que diga que está hecho de cristal. Pero el hombre que dice que está hecho de cristal no es un verdadero cristalero, capaz de poner cristales en todas las ventanas del mundo. Ni a cabo de muchos siglos, puede seguir siendo una figura brillante y cristalina, a cuya luz todas las cosas son tan transparentes como el cristal.Esta locura, sin embargo, ha resultado ser cordura. Cordura, cuando todo parecía enloquecer. La casa del loco ha resultado ser una casa a la cual, siglos tras siglos, retorna el hombre, como a su propia casa. Éste es el gran enigma: que algo tan extraño y anormal sea considerado aún habitable y hospitalario. Nada importa que los escépticos digan que es un cuento de camino. No me explico entonces, cómo una torre tan frágil permanece en pie tanto tiempo. Tiene que tener cimientos muy firmes. Aun menos me explico cómo ha podido llegar a ser la casa el hogar del hombre. Si no hubiera hecho más que aparecer y desaparecer, posiblemente hubiera sido recordada siempre o explicada como el último esfuerzo de la necesidad de hacerse ilusiones: como el último razonamiento, despúes del cual la mente tropieza con el cielo y se rompe.Pero la mente no se rompió. La mente católica es la única que permanece intacta. Si el Catolicismo es un error, es un error tan grande, que parece increíble que haya durado más de un día. Si sólo fué un éxtasis, no se concibe que durara más de una hora. El error y el éxtasis han durado ya cerca de dos mil años. Y el mundo que vive en su sueño, es más lúcido, más equilibrado, más razonable en sus esperanzas, más sano en sus instintos, más tranquilo y alegre, ante el destino y la muerte, que todos los demás. Porque el alma del Cristianismo emanó del increíble Cristo. Y el alma del Cristianismo era el sentido común". (pág. 336-338, ed. LEA, 1987).
He ahí un cuerdo entre locos.