Ahí, al pie de un sauce, de ramas ligeras que motean los rayos del sol, está el gaucho cantor. Y de entre los versos que salen de su voz están estos:
"Dios formó lindas las flores,
delicadas como son,
les dió toda perfeción
y cuanto él era capaz
pero al hombre le dio más
cuando le dió el corazón.
Le dió claridá a la luz,
juerza en su carrera al viento
le dió vida y movimiento
dende el águila al gusano
pero más le dio al cristiano
al darle el entendimiento.
Y aunque a las aves les dio
con otras cosas que inoro,
esos piquitos como oro
y un plumaje como tabla,
le dió al hombre más tesoro
al darle una lengua que habla."
(Martin Fierro, vv. 2155-2170)
Y más adelante canta el hijo mayor de Martin Fierro sus penas y desgracias. Y estas canta él, contando los sufrimientos de la carcel y el castigo:
"La justicia muy severa
suele rayar en crueldá;
sufre el pobre que allí está
calenturas y delirios,
pues no esiste pior martirio
que esa eterna soledá.
Conversamos con las rejas
por sólo el gusto de hablar;
pero nos mandan callar
y es preciso conformarnos,
pues no se debe irritar
a quien puede castigarnos.
Sin poder decir palabra
sufre en silencio sus males,
y uno en condiciones tales,
se convierte en animal,
privao del don principal
que Dios hizo a los mortales.
Yo no alcanzo a comprender
por qué motivo será
que el preso privado está
de los dones más preciosos
que el justo Dios bondadoso
otorgó a la humanidá.
Pues que de todos los bienes,
(en mi inorancia lo infiero)
que le dio al hombre altanero
su Divina Majestá,
la palabra es el primero,
el segundo es la amistá."
(La vuelta de Martin Fierro, vv. 1995-2020)
Y al dictado de la experiencia impregnada de Fe, le dice su sentido que el primero y más grande de los bienes recibidos es la palabra. Y el segundo es la amistad.
La palabra... no la ciudad ni la política, no la autoridad, no la filosofía ni el amor, no la amistad que está en segundo lugar, no la familia, no el orden, no la libertad, no el saber o el entendimiento, no la ciencia ni la voluntad, no el alma. La palabra...
Y claro. Si el carcelero sabe hacer sufrir, es porque sabe qué hace feliz al condenado. Por opuestos. No hay que ser genio. Y lo priva del habla, de la comunicación, de la expresión, de la palabra.
Si, pero el problema no es como llega a dicha conclusión. Poco importa si es por experiencia directa o positiva, indirecta o negativa. Si es en la felicidad o en el sufrimiento. Lo que importa es la cosa. Lo que importa es la palabra...
Y al dictado de la experiencia impregnada de Fe, le dice su sentido que el primero y más grande de los bienes recibidos es la palabra. Y el segundo es la amistad.
La palabra... no la ciudad ni la política, no la autoridad, no la filosofía ni el amor, no la amistad que está en segundo lugar, no la familia, no el orden, no la libertad, no el saber o el entendimiento, no la ciencia ni la voluntad, no el alma. La palabra...
Y claro. Si el carcelero sabe hacer sufrir, es porque sabe qué hace feliz al condenado. Por opuestos. No hay que ser genio. Y lo priva del habla, de la comunicación, de la expresión, de la palabra.
Si, pero el problema no es como llega a dicha conclusión. Poco importa si es por experiencia directa o positiva, indirecta o negativa. Si es en la felicidad o en el sufrimiento. Lo que importa es la cosa. Lo que importa es la palabra...